miércoles, 25 de abril de 2012

S.

Muchas veces tengo la impresión de que estuviéramos en una habitación con dos puertas opuestas, y cada uno tuviera aferrada la manija de una puerta, y apenas uno mueve los párpados ya está el otro detrás de su puerta, y ahora basta que el primero diga una sola palabra para que el otro cierre su puerta tras de si y desaparezca. Volverá a abrir la puerta, por su puesto, ya que tal vez es una habitación que no puede abandonarse. Si por lo menos el primero no se pareciera tan exactamente al segundo, si se quedara quieto, si por lo menos no aparentara mirar al segundo, si se dedicara a poner lentamente en orden el cuarto, como si fuera un cuarto como todos los demás; pero en cambio hace exactamente lo mismo que el otro junto a su puerta, y a veces se encuentran ambos cada uno detrás de su puerta, y la hermosa habitación queda vacía.

Kafka. Cartas a Milena.